jueves, 13 de marzo de 2014

LA PANTERA Y SU SOMBRA


MARZO DESCEREBRADO

Judhit Gonzalez y Venancio Rodriguez

ATECEA publica nueva entrada en su proyecto CUENTOS DESCEREBRADOS gracias a la colaboración de Venancio Rodriguez, el cuál junto a usuarios de nuestra Asociación, darán a luz historias en formato cuento, los cuales narrarán vivencias, sueños e ilusiones que viven o han vivido nuestros usuarios. Ilusionados con el proyecto, os dejamos el tercer cuento desarrollado con JUDITH GONZALEZ.


LA PANTERA Y SU SOMBRA

· Érase una noche de perros. Una de esas noches de invierno en las que una espesa niebla te impide ver más allá de un metro a tu alrededor. La luna se ocultaba detrás de unas tenebrosas nubes negras. Cuatro canes se disponían a salir de caza. Sombra, su compañero sentimental y dos amigos más. Eran jóvenes, pletóricos de vida, estaban alegres y hacían bromas. Sombra no, no bromeaba, ella presentía que algo terrible estaba a punta de ocurrir. Presentía que aquella noche iba a cambiar su vida y estaba inquieta. Si por ella fuera, se hubiese quedado en la cueva con sus padres, pero la dictadura del hambre la obligó a salir. Los cuatro se dirigieron a la ciudad. Entraron a un polígono industrial y empezaron a rebuscar en las basuras. Sombra encontró una bolsa repleta de restos de comida y ladró a sus compañeros para que participaran del festín. De repente, se oyó en el silencio de la noche que una puerta metálica se abría. Una figura humana con una escopeta en las manos se vislumbraba en la lejanía y detrás de ella, una luz amarillenta hacía resaltar aún más su figura. Sonó un disparo en la oscuridad y los cuatro perros salieron de estampida muertos de miedo. Se enfilaron calle abajo a todo correr pero, al llegar a un cruce de calles, la niebla y las prisas iba a cambiar el curso de sus vidas en ese mismo momento. El graffiti en la pared de un paisaje les confundió. Pensaron verdaderamente que se trataba de sus queridas montañas y, a toda velocidad se dirigieron hacia ella. Aunque el choque fue tremendo, solo uno de los canes salió mal parado del encontronazo, Sombra. Quedó allí tendida sin conocimiento. Los otros tres perros salieron huyendo a trancas y barrancas como pudieron. Pensaron que estaba muerta su compañera y la dejaron allí.

· Sombra era una perra de raza Pastor Alemán. Estudiaba cocina y su sueño era tener algún día su propio restaurante. Le gustaba la buena comida basura y comía con apetito. Después de haberse saciado, siempre sentía remordimientos por haber comido tanto, pero no podía evitarlo, era superior a sus fuerzas. Esto la llevó a tener algo de sobrepeso, lo cual la acomplejaba y hacía que no se gustase a sí misma. Este factor influía negativamente en su relación con los demás miembros de su especie, haciendo que ella misma se aislara del resto de sus congéneres. Tenía un perrito de raza schnauzer de mascota. Su nombre era Rayko, al que quería con todo el alma. A Sombra le gustaba la música reggae, las rastas, bailar, los animales, la playa, el sol, la lectura... Sobre todo le gustaba las leyendas de vampiros salpicadas de mordiscos. romances imposibles con final trágico. ¡Qué bien! -se decía-. Cuánto disfrutaba con aquellos amores imposibles. En el fondo, Sombra era una romántica a la antigua usanza.

· Cuando Sombra despertó de aquel tremendo golpe en la cabeza contra la pared, no se acordaba de nada. Ni siquiera se acordaba de ladrar. No sabía quién era ni de dónde venía, de lo único que se acordaba era de su mascota Rayko. Tampoco podía moverse, todo su cuerpo estaba paralizado. Al cabo de un tiempo, acertó a pasar por allí una pantera que, al ver a Sombra tendida en el suelo mal herida sintió compasión por ella, la recogió y se la llevó a su casa.

· La pantera se llamaba Sol. Cuando Sol se presentó con Sombra en su lomo, sus padres le recriminaron con gran dureza pero, ellos sabían que no tenían nada que hacer porque conocían perfectamente a su hija. Sabían que cuando a Sol se le metía algo en la cabeza, no había nada que se le pusiera por delante. De modo que, toda la familia se pusieron manos a la obra para curar a aquella podre perra de sus heridas. Mas, después de haber puesto en práctica todos los conocimientos en cuanto a golpes en la cabeza se refería, la familia de Sol viendo que Sombra no mejoraba a pesar de todo, pensaron en llevarla a un chamán que ellos conocían en una aldea a orillas del mar. De modo que, al día siguiente,hicieron todos los preparativos pertinentes para el viaje. Sol dejó de lado su carrera, su cómoda vida y se fue a Badalona con su abuela Doña Caridad. Cuando llegaron a la aldea, llevaron a Sombra al curandero para que la viera. Se llamaba Guttmman y era un animal de lo más extraño. Nada más verla, ya sabía lo que le pasaba a Sombra. Les dijo que estaba poseída por un espíritu retrógrado a consecuencia de un suspiro cráneo encefálico. Al oír aquello, Sol y Caridad se quedaron más tranquilas al comprobar, in situ, que aquel animal, a pesar de su excéntrico atuendo, utilizaba un léxico propio de un gran chaman y esto les hacía confiar en sus conocimientos científicos en cuanto a enfermedades neurológicas se refiere. Les dijo que, aunque él podía curarla, no podía asegurarles en cuánto tiempo, pues aquel tipo espíritu retrogrado era muy poderoso y le costaría mucho sacarlo de la cabeza de Sombra, con sus encantos, pócimas, ungüentos y bailes. Sol le dijo que no había problema, que hiciera todo lo que estuviera en su mano por curar a Sombra de sus males y que no reparara en el coste del mismo. De modo que la dejaron ingresada en la choza- hospital del hechicero Guttmman y se fueron a buscar una habitación en una cueva albergue de alquiler, pues preveían que la cosa iba para largo. Y así fue, dos meses estuvieron en Badalona,Sol y Caridad. No dejaban a Sombra ni un momento sola. Desde la mañana a la noche estaban con ella. Día tras día, la mejoría de Sombra se hacía más patente. De vez en cuando se la llevaban a dar un paseo por la playa cuando su estado de salud lo permitía. Una vez acabado el tratamiento, el chamán les dijo a las dos panteras que el espíritu que poseyó a la perra, al irse, se había llevado con él el recuerdo de Sombra. Y que a partir de ese momento empezaría una vida que, quizá no tuviera nada que ver con la que había llevado hasta ese momento. Pero que no se preocuparan - les dijo-, porque la vida es un continuo cambio y eso, hay que aceptarlo de buen grado, pues nunca sabemos lo que es mejor para nosotros. El día de la despedida, el chamán pronunció un conjuro para que tuvieran suerte; y así fue. Desde aquel momento, Sol y sombra fueron más que hermanas. Fueron como la cara y la cruz de una moneda que, aunque opuestas, las dos se complementan.

FIN
Ilustración Ángel Joven

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